Y sucedió que, estando allí, le llegó la hora del parto, y dio a luz a su
hijo primogénito (María engendró a Jesús sin intervención de varón y no tuvo
más hijos. Así nos lo ha trasmitido la tradición de la Iglesia, que ha
confesado a María como la “siempre virgen”. Se trata de una verdad de fe
conforme con los textos evangélicos); lo envolvió en pañales y lo recostó
en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el aposento (los primeros
cristianos parece que celebraban su dies natalis, el día de su entrada en la
patria definitiva. Recuerdan con precisión el día de la glorificación de Jesús,
el 14/15 de Nisán, pero no la fecha de su nacimiento, de la que nada nos dicen
los datos evangélicos. El primer testimonio indirecto de que la natividad de
Cristo fuese el 25 de diciembre lo ofrece Sexto Julio Africano el año
2219).
Adoración de los
pastores
Había unos pastores por aquellos contornos, que dormían al raso y vigilaban
por turno su rebaño durante la noche. De improviso un ángel del Señor se les
presentó, y la gloria del Señor los rodeó de luz y se llenaron de un gran
temor. El ángel les dijo: “No temáis, pues vengo a anunciaros una gran alegría,
que lo será para todo el pueblo: hoy os ha nacido, en la ciudad de David, el
Salvador, que es el Cristo, el Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis
a un niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre. De pronto apareció
junto al ángel una muchedumbre de la milicia celestial, que alababa a Dios
diciendo: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de
buena voluntad”.
Luego que los ángeles se apartaron de ellos hacia el cielo, los pastores se
decían unos a otros: “Vayamos hasta Belén, y veamos este hecho que acaba de
suceder y que el Señor nos ha manifestado”. Y vinieron presurosos, y
encontraron a María y a José y al niño reclinado en el pesebre. Al verlo,
reconocieron las cosas que les habían sido anunciadas acerca de este niño. Y
todos los que escucharon se maravillaron de cuanto los pastores les habían
dicho. María guardaba todas estas cosas ponderándolas en su corazón.
Y los pastores regresaron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que
habían oído y visto, según les fue dicho.
La circuncisión y la
presentación de Jesús en el Templo
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, le pusieron por
nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de que fuera concebido en el
seno materno.
Y cumplidos los días de su purificación (la Sagrada Familia va a
Jerusalén para cumplir dos prescripciones de la Ley mosaica: la purificación de
la madre (al dar a luz la mujer quedaba impura) y la presentación y rescate del
primogénito. María no estaba obligada a purificarse sin embargo quiso someterse
a la Ley), según la Ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para
presentarlo al Señor, como está mandado en la Ley del Señor: “Todo varón
primogénito será consagrado al Señor”; y para presentar como ofrenda un par de
tórtolas o dos pichones, según lo mandado en la Ley del Señor.
Había por entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Este hombre,
justo y temeroso de Dios, esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu
Santo estaba en él. Había recibido la revelación del Espíritu Santo de que no
moriría antes de ver al Cristo del Señor. Así, vino al Templo movido por el
Espíritu. Y al entrar con el niño Jesús sus padres, para cumplir lo que
prescribía la Ley sobre él, lo tomó en sus brazos, y bendijo a Dios diciendo:
“Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz, según tu palabra: porque
mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado ante la faz de todos los
pueblos: luz que ilumine a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel”.
Su padre y su madre estaban admirados por las cosas que se decían acerca de
él. Simeón los bendijo, y dijo a María, su madre: “Mira, éste ha sido puesto
para ruina y resurrección de muchos en Israel, y para signo de contradicción ‘y
a tu misma alma la traspasará una espada', a fin de que se descubran los
pensamientos de muchos corazones”.
Vivía entonces una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la tribu de
Aser. Era de edad muy avanzada, había vivido con su marido siete años de
casada, y había permanecido viuda hasta los ochenta y cuatro años, sin
apartarse del Templo, sirviendo con ayunos y oraciones noche y día. Y llegando
en aquel mismo momento alababa a Dios, y hablaba de él a todos los que
esperaban la redención de Jerusalén.
La adoración de los
magos
Nacido Jesús en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes, unos Magos
llegaron de Oriente a Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el Rey de los Judíos
que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle”
(los evangelios de San Mateo y San Lucas narran algunas escenas de la
infancia de Jesús, por lo que se suelen denominar “evangelios de la infancia”.
Su historicidad no se puede examinar de la misma manera que la del resto de los
episodios evangélicos. El pasaje de los Magos muestra que unos gentiles, que no
pertenecen al pueblo de Israel, descubren la revelación de Dios a través de su
estudio y sus conocimientos humanos (las estrellas), pero no llegan a la
plenitud de la verdad más que a través de las Escrituras de Israel. La
exégesis actual se ha preguntado qué fenómeno natural pudo ocurrir en el
firmamento que fuera interpretado por los hombres de aquel tiempo como extraordinario.
Las hipótesis que se han dado son sobre todo tres: 1) Kepler habló de una
estrella nueva, una supernova: se trata de una estrella muy distante en la que
tiene lugar una explosión de modo que, durante unas semanas, tiene más luz y es
perceptible desde la tierra; 2) un cometa, pues los cometas siguen un recorrido
regular, pero elíptico, alrededor del sol. Pero la aparición de los cometas
conocidos que se ven desde la tierra no encaja en las fechas con la estrella;
3) Una conjunción planetaria de Júpiter y Saturno).
Al oír esto, el rey Herodes se turbó, y con él toda Jerusalén. Y, reuniendo
a todos los príncipes de los sacerdotes y a los escribas del pueblo, les
interrogaba dónde había de nacer el Mesías. “En Belén de Judá, le dijeron, pues
así está escrito por medio del Profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres
ciertamente la menor entre las principales ciudades de Judá; pues de ti saldrá
un jefe que apacentará a mi pueblo, Israel”.
Entonces Herodes, llamando en secreto a los Magos, se informó
cuidadosamente por ellos del tiempo en que había aparecido la estrella; y les
envió a Belén, diciéndoles: “Id e informaos bien acerca del niño; y cuando lo
encontréis, avisadme para ir yo también a adorarle”.
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en marcha. Y he aquí que la
estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta pararse
sobre el sitio donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa
alegría. Y entrando en la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose
le adoraron; luego, abrieron sus cofres y le ofrecieron presentes: oro,
incienso y mirra. Y, habiendo recibido en sueños aviso de no volver a Herodes,
regresaron a su país por otro camino.
Huida a Egipto
Después que se marcharon, un ángel del Señor se apareció en sueños a José y
le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y estate allí
hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”.
Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y huyó a Egipto. Allí
permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que dijo el
Señor por medio del Profeta: “De Egipto llamé a mi hijo”.
Entonces Herodes, al ver que los Magos le habían engañado, se irritó en
extremo, y mandó matar a todos los niños que había en Belén y toda su comarca,
de dos años para abajo, con arreglo al tiempo que cuidadosamente había
averiguado de los Magos. Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta
Jeremías: “Una voz se oyó en Ramá, llanto y lamento grande: Es Raquel que llora
a sus hijos, y no admite consuelo, porque ya no existen” (este pasaje evoca
otros episodios del Antiguo Testamento. Por tanto, el sentido del pasaje parece
claro: por mucho que se empeñen los fuertes de la tierra, no pueden oponerse a
los planes de Dios para salvar a los hombres. En este contexto se debe
examinar la historicidad del martirio de los niños inocentes, del que sólo
tenemos esta noticia que nos da San Mateo. No obstante, es fácil pensar que la
matanza de los niños en Belén, una aldea pequeña, no fue muy numerosa y por eso
no pasó a la historia).
Regreso a Nazaret
Muerto Herodes, un ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto,
y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre y vete a la tierra de Israel;
pues han muerto ya los que atentaban contra la vida del niño”.
Levantándose, tomó al niño y a su madre y vino a la tierra de Israel. Pero
al oír que Arquelao había sucedido a su padre Herodes en el trono de Judea,
temió ir allá; y avisado en sueños marchó a la región de Galilea. Y se fue a
vivir a una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo dicho por medio de
los Profetas: “Será llamado nazareno”.
Jesús entre los
doctores de la Ley
El niño iba creciendo y fortaleciéndose lleno de sabiduría, y la gracia de
Dios estaba en Él (Jesús debía crecer y fortalecerse como hombre, pero no
como Verbo de Dios. De donde se le describe lleno de sabiduría y de gracia).
Sus padres iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Y
cuando tuvo doce años, subieron a la fiesta, como era costumbre. Pasados
aquellos días, al regresar, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo
advirtiesen sus padres. Suponiendo que iba en la caravana, hicieron un día de
camino buscándolo entre los parientes y conocidos, y como no lo encontrasen,
retornaron a Jerusalén en busca suya. Y ocurrió que, al cabo de tres días, lo
encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y
preguntándoles. Cuantos le oían quedaban admirados de su sabiduría y de sus
respuestas. Al verlo se maravillaron, y le dijo su madre: “Hijo, ¿por qué nos
has hecho esto? Mira cómo tu padre y yo, angustiados, te buscábamos”. Y él les
dijo: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es necesario que yo esté en las
cosas de mi Padre?”. Pero ellos no comprendieron lo que les dijo (María y José
se dan cuenta del sentido profundo de la respuesta de Jesús, pero no la
entienden. Fueron entendiendo a medida que los acontecimientos de la vida del
Señor se fueron desarrollando).
Y bajó con ellos, y vino a Nazaret, y les estaba sujeto. Y su madre
guardaba todas estas cosas en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría, en edad
y en gracia delante de Dios y de los hombres.